jueves, 9 de octubre de 2008

Equilibrio

Guadalupe, desde chica, solía subirse a cuanto cantero se cruzaba y lo recorría de punta a punta acomodando cuidadosamente un pie delante del otro, para evitar salirse del filo. Se imaginaba que si caía iba a ser devorada por los tiburones que merodeaban sigilosos los zócalos de las veredas.
También disfrutaba jugar al flamenco. Se vestía toda de rosa, salía al terreno que se extendía detras de su casa, fijaba la vista en un punto y podía pasar horas con todo el peso de su cuerpo sobre la pierna derecha. Si se cansaba o el pie izquierdo tocaba la tierra, cambiaba de pierna.
Guadalupe se ponía a prueba constantemente. Y también ponía a prueba a sus padres, que nunca llegaron si quiera a sospechar de que siempre se trataba de un juego premeditado por la pequeña Guadalupe cuando a punto caramelo el cachetazo, ella los miraba con sus grandes ojos negros y la paz volvía a reinar, y lo que podía haber sido una catástrofe no dejaba de ser una simple travesura. "Y la próxima vez te quedás sin postre, ¿entendiste?", "Sí, mami, te prometo que no me vuelvo a ir sin avisarte", decía con apenas cuatro años.
Se pasaba horas y horas mirando trapecistas en el televisor. Cómo iban de un extremo a otro, siempre por la misma cuerda, con sigilo, con respeto, porque si algo había aprendido es que al equilibrio hay que tenerle respeto. Es muy difícil obtenerlo, y extremadamente frágil su cuidado.
Se parte desde una base, el resultado es simplemente llegar intacto hasta la otra base, que no significa que sea mejor, simplemente es el otro extremo de la misma cuerda. En el medio, pueden pasar dos cosas: encontar la comodidad del equilibrio, o caerse.
La comodidad del equilibrio es fabulosa, pero lo que Guadalupe empezaba a notar es que ante la menor distracción del trapecista, el peso de su cuerpo lo hacía tambalear hasta caer abrazado por la red de contención. Por suerte, en la mayoría de los casos, siempre había una red de contención.
A medida que fue creciendo, Guadalupe fue cruzando cuerdas, desde una base hasta la otra, siempre cuerdas distintas. De la maldad a la bondad, de la alegría a la tristeza, del invierno al verano, de la soledad a la compañía, de las limitaciones a la libertad, de la pobreza a la riqueza, del hambre a la saciedad, de lo limpio a lo sucio, del cansancio al descanso, de las dudas a las certezas, de la mentira a la verdad, del silencio al ruido, del movimiento a la quietud. Y acá se quedó. Fue y vino muchas veces de un lado al otro de las cuerdas, hasta que se quedó quieta. Y quiso recorrer la cuerda de los sueños. En un extremo estaba su capacidad absoluta y extrema de soñar, y del otro lado no sabía con qué se iba a encontrar. ¿Cuál es la dualidad de soñar?
Se hizo una cola de caballo en el pelo, estiró los músculos, respiró profundamente varias veces, controló que sus zapatos estuvieran firmes y se lanzó, con cautela y respeto a cruzar la cuerda.
Iba llegando al centro de la cuerda, al punto máximo del equilibrio, desde donde se puede empezar a vislumbrar la plataforma del otro extremo, y miró para abajo. Tuvo la concentración para no dejarse caer, pero notó que debajo de esta cuerda no había red de contención, y le dió miedo.
Con la misma cautela y respeto que había iniciado su travesía, giró la cabeza, luego las caderas y por último los pies, y volvió a sentarse a la base desde la que había salido, temblando.


5 comentarios:

Lelé dijo...

¿Se quedó temblando porque lo nuevo era era la quietud, porque lo desconocido era no cruzar cuerdas nunca más? ¿Habrá temblado por eso, porque el miedo la había paralizado por primera vez?

Mona lisa dijo...

No sé Lelé, habrá que preguntarle a Guadalupe, pero ojalá venza sus miedos, sea hacia dónde sea que la lleven.

Anónimo dijo...

Muchas veces en bueno mirar para atras, eso nos da mas impulso y se continua con nuevas fuerzas.
Lo importente es continuar.
besote

Mona lisa dijo...

Continuar avanzando, aprendiendo, evolucionando. En definitiva, nada es permanente sino el cambio.
Gracias por las palabras anonimo!

Francisco Rovira dijo...

La vida es una búsqueda, y la búsqueda es movimiento, Y junto con Heráclito podemos decir q todo es movimiento..(no creo q a nadie se le ocurra hoy oponernos la teoría de la flecha detenida..)

Por momentos este relato me hizo acordar mucho al lado oscuro del corazón 2 (subiela juega con esta metáfora constantemente)