miércoles, 23 de julio de 2008

El tiempo pasa.

Después de quince minutos de cola.


- Hola, buenos días. Dos consultas le hago: la primera a cerca del estado de un expediente.-


Y cortando abruptamente el aire que acababa de inspirar a fin de continuar la exposición: - Para eso tenés que venir los lunes de ocho treinta a once treinta - dijo el casette de voz resfriada.


- Ajá. - Contesté. - La segunda es si tienen acaso un mapa de Italia. - Suponiendo que al tratarse del Consulado Italiano se desplegaría ante mí un catálogo de mapas políticos, hidrográficos, de rutas, turísticos, y demases.


Con el mentón pegado al cuello y las pupilas queriendo escaparse de sus ojos, sin mover ni un músculo de más, me pidió que esperara al lado de aquélla puerta. Y lo hice. Con una amplia sonrisa, agradecí la atención y me dirijí hacia la puerta correspondiente, que estaba abierta.

Desde afuera se oía claramente una conversación telefónica, y los interlocutores dialogaban en italiano. No entendí nada de lo que se decían, porque eso de que el italiano es parecido al español, sucede en las películas de amor de la Toscana nada mas. Lo que sí podía traducirse era la exasperación con que el interlocutor que estaba detrás de la puerta abierta intentaba explicar al interlocutor que no sé donde estaría, algo.

Esperé alrededor de veinte minutos, poniendo toda mi energía para que aquélla aburrida, larga e inentendible comunicación telefónica se cortara. Y así yo podría acceder a mi mapa de Italia que ya hacía mas de media hora había ido a buscar.

Finalmente, y no creo que gracias a mi energía, el interolcutor de atrás de la puerta colgó el tubo. Me incorporé esperando a ser llamada, pero no fue necesario. Un hombre bajito, de cara redonda, mejillas rojas y poco pelo se acercó con sonrisa tímida y sin decir ni una palabra me miró.

- Hola, disculpe que lo moleste, es que ando buscando un mapa de Italia.

- ¿Una mapa?

- Sí, un mapa - y trataba de dibujar con mis manos torpes un mapa de italia en el aire.

- Ah! sí, sí, una mappa! - acentuando la letra "P" y desplegando su musical lenguaje italiano. - Tengo una mappa, claro que sí, sí sí! Pero podría esperarme veinte minutos, allí, por favor?-

Mi cabeza giró en la dirección que marcaba su dedo, volvió a girar en la dirección contraria, lo miré, incluso creo que levanté una sola ceja, y muy educadamente le dije -No- y me fuí. Sin el mapa.

martes, 22 de julio de 2008


Soy un punto negro. No sé mucho de mí, pero eso sí, y también que estoy dibujada en una enorme superficie blanca. No podría precisar exactamente si estoy en el centro de esa superficie, sobre el costado derecho o mas cerca del borde inferior. Lo que sí puedo precisar es que desde donde yo estoy, no llego a ver ningún límite, ninguna frontera.

Empiezo a moverme, pero es inútil, a los puntos negros no nos resulta nada sencillo la tarea de desplazarnos. Sin embargo, después de varios intentos, movimientos y esfuerzos noto que si tomo impulso, giro. ¡Puedo girar! Y a medida que hago el intento resulta cada vez mas fácil. Y empiezo a sentir que hay mas.

Cuando logro que mis giros se mantengan en el tiempo, una parte de mí empieza a estirarse. Podría decir que ahora soy un punto negro con un brazo. Y sigo girando. Observo. Mi brazo empieza a formar una especie de paraguas sobre mi cuerpo. No, no. No es un paraguas. Se sigue estirando. Me rodea. Y giro. Mi brazo es cada vez mas largo, y cada vez mas redondo.

No sé mucho de mi, sólo que soy un espiral. Y también que una vez que empezás a girar, no podés parar.

domingo, 13 de julio de 2008

Prejuicio

La música, como los zapatos, condicionan la postura de un ser humano. Lo disfrazan o lo vuelven mas auténtico. El ser humano se identifica con el condicionamiento, y comienza a actuar de una manera prejuiciada. Si se calza zapatillas, se verá más relajado. Los mocasines implican un mentón levantado. Los zapatos de taco, en el caso de las damas, el arqueamiento de la columna vertebral en su zona lumbar. El rock nacional de los setenta, el compromiso con los valores. Sabina, el buen gusto de una vida rebalsada de vida y poesía. El flaco Spinetta, la apreciación de las sutilezas. Pink Floyd, el traspaso de los ´no límites´ de la conciencia.
Las ojotas y Bob Marely combinan muy bien.