viernes, 26 de diciembre de 2008

Desandar estandarizaciones pagando el precio de hacerse uno cada vez mas para adentro por el maldito miedo que fabrica prejuicios auto-impuestos. Porque a pesar de que uno lo intente y lo haga valer cada vez que puede, siempre alguna mirada queda colgada de un brazo, casi cayendose, pero como tirando para abajo por el propio peso que  le otorga la gravedad. Porque a pesar de que los tiempos cambian y uno se cree mas moderno por ir rompiendo moldes, no se esta dando cuenta que genera un molde nuevo, con determinadas características que se van formando producto de los nuevos usos y costumbres que naturalmente se van dando con el paso del tiempo. Moldes que serán destruidos por futuras generaciones o por generaciones presentes que se aislan generando sub grupos del molde principal. Y por eso en definitiva, tampoco se separan del todo 'del-todo'. 

lunes, 22 de diciembre de 2008

¿Es o se hace?


Sucesión concatenada de ideas sin una aparente relación entre sí

a eso podría llamársele "delirio"

o al menos así podría llamarlo quien, por el contrario, acostumbra a producir una sucesión concatenada de ideas sin una aparente relación entre sí, pero no lo dice

no lo dice ni con el cuerpo, ni con las palabras

y a los que se tilda de elaborar sucesiones concatenadas de ideas sin una aparente relación entre sí, porque sí las dicen, miran asombrados al sujeto contrario sin dejar de preguntarse si, por dentro, las pensará igual o de verdad es cómo actúa.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Peligrosas son las letras cuando las desdoblás y las hacés derechitas como espadas que pueden clavarse en el corazón.

Teléfono descompuesto


Después de atender el teléfono e intercambiar los saludos de cortesía y confianza con el que se entabla una conversación del tipo, Magdalena escuchaba como su amiga de la infancia, con la que la unía la historia de haber sido criadas en un mismo contexto y bajo un mismo código, pero con experiencias diferentes, le contaba que No sé cómo explicártelo, es la sensación de saber que lo encontraste, que existe, que es él y es eso lo que querés compartir, pero sin embargo el miedo, ese puto miedo que paraliza, Cómo cuando fuiste a hacer snowboard?, Sí, o como cuando pensé que iba a morir ahogada porque una corriente de mar arrastraba mi canoa y yo no podía, con mis brazos de seis flacos años de edad, remarla en contra. Totalmente paralizada. Pero sabés qué?, Que?, Por otro lado creo que justamente en el momento en que más paralizada te sentís es que empezás a moverte, justamente por eso... estás quieta y entonces te empezás a mover, entendes? aunque la verdad ése miedo lo supero cuando encuentro la tranquilidad que te dá el saber que lo encontraste, más allá del devenir, más allá de los deseos, simplemente por la posibilidad que te dá el poder soñar manteniendo una muestra gratis que calme la conciencia de ansiedad por la incertidumbre que te provocan las decisiones que se toman sin agarrarse al pasamanos del confort y la seguridad, No te sigo y es tarde, Ok mañana hablamos.

lunes, 1 de diciembre de 2008

uno mas uno

Un pie delante de otro. El izquierdo comienza a levantar el talón, suave, pidiéndole permiso al espacio que comienza a invadir, devolviendo la liviandad a la nada. Cuando las puntas de los dedos ya no admiten la vuelta carnero del empeine, el pie se hecha a volar, con la seguridad que le da la conciencia de saberse pie, final del cuerpo, pilar de estabilidad. Y recorre el trayecto que necesita para disfrutarlo y comenzar un descenso semejante a hundir una cuchara de plata en un tarro de miel. Y el pie derecho asume la fortaleza que requiere mantener un cuerpo erguido, inmóvil, atento, espera. Sabe que su turno llega, tarde o temprano, llega. Si se distrae, todo el cuerpo puede rodar como piedra de cántaro, o puede quebrarse, como el silencio. Espera. Y el pie izquierdo contacta la superficie que lo sostiene, la misma que antes, sólo que distinta. Más llana, más despareja, distinta. Y poco a poco comienza a sentir cómo es su turno de afirmarse sobre sí mismo, de volver a reposar talón, arco y dedos, de re-posar. Y mirar de reojo un vuelo feliz y esponjoso. El mismo que lo sostuvo, el mismo que lo sostendrá.