lunes, 29 de septiembre de 2008

Sutilezas

Hay que tener cuidado
el azar no es gratuito
el aleteo de una mariposa en Bolivia
puede provocar
un tornado en Nepal
una caricia en mi dedo gordo del pie
hace reir
varias vidas de un mismo alma
a veces hasta las lágrimas
a veces hasta trascender

jueves, 25 de septiembre de 2008

Mesetas


Todavía no me he formado un prejuicio al respecto. Por un lado, se tiene la ventaja de apoyar la columna vertebral de forma recta en caso de posicionarse de manera horizontal. A lo sumo habría que correr alguna piedra, nada fuera de lo normal. Y si aún, la piedra a correr fuera demasiado grande, pues podría uno hacerse hacia un lado y ocupar un lugar diferente. Por que, y esto es un dato objetivo, las mesetas no son pequeñas, en general. Y por lo tanto permiten el desplazamiento y la comodidad. En el instante en que uno entra en una meseta, desde la mismísima fracción milimésima de segundo en que uno osa adentrarse en una meseta, sabe con plena conciencia, que ese trance no va a ser de duración ni corta ni angosta. Pero va a ser cómodo. No hay subidas, ni bajadas. No hay cansancio. Y esa misma ausencia de cansancio es la que, por regla de la negatividad, muta en aburrimiento. Y hay que saber ingeniárselas para seguir caminando hasta encontrar el límite de la meseta y de no confundir el aburrimiento con cansancio y acaso sentarse en posición de indio, cruzando las piernas y con la cabeza colgando, en medio de la nada. No hay que olvidar el momento en que uno decide, por propia voluntad, adentrarse a una meseta para evitar el camino empinado o porque se le pasó la salida. Caminar. Disfrutar cada paso. Los límites existen. Por eso uno camina, para traspasarlos.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Cuatro Hermosores (.com)


Tengo un portarretratos que me habla. Miento. No tengo un portarretratos que me habla, tengo una foto puesta en un portarretratos y la que me habla es la foto. Está en el pasillo, ubicada sobre el viejo mueble de madera que saqué del quincho antes de que lo hicieran leña. El mueble, que es un aparador, tiene un estante donde coloqué varios adornos sin uso aparente, la caja de té, un salsero pintado a mano y el portarretratos que tiene la foto que me habla. Es una foto en blanco y negro. No es que sea vieja, sino que con las cámaras digitales podés cambiar el color de las fotos que tomás en el presente y hacerlas parecer como de hace cinco siglos atrás. Es increíble cómo una foto en blanco y negro puede tener tantos matices de blancos y de negros hasta contornear figuras concretas, con ojos, bocas, narices, sonrisas, pelos. Mi foto no dice siempre lo mismo. No es como un loro al que le enseñás a decir ´hola´ y cada vez que algún sujeto curioso se acerca para hacerle alguna mueca o incitarlo al habla el loro le dice ´boludo´. No. Aparentemente no hay nadie que le haya enseñado a hablar. Y sin embargo, cada vez que camino por el pasillo en dirección a la cocina, una fuerza invisible deposita mi mirada en la foto y ésta me habla. Yo soy la segunda empezando desde la izquierda. Las otras tres son, en mi mundo, ángeles. Hologramas perfectamente diseñados. La miro y la miro y me sigue sorprendiendo de qué manera una foto tomada únicamente en dos colores puede dibujar tan minuciosamente las sonrisas, la separación entre los dientes, las arrugas de los rostros, las ojeras, las orejas y sus laberintos. Es una foto feliz, eso sí. Los comentarios que me hace, siempre son positivos. Fue tomada en un momento feliz. Por una persona feliz. A cuatro personas felices. Quizás por eso los comentarios que me hace siempre son positivos. Qué cosa. Siempre buscando la justificación de la felicidad. De lo positivo. Es así. Punto. Es una foto feliz y hace comentarios positivos. Otra cosa pasa cada vez que veo la foto. Pienso siempre la misma frase. La foto me dice siempre cosas distintas y yo pienso siempre la misma frase. ´Qué mal salí.´Es justo la misma frase que dicen los hologramas cada vez que se ven reflejadas ahí. Pero nos gusta, en el fondo nos gustamos. Yo creo que a ellas también les habla. Por eso todas pensamos siempre la misma frase. Me gustaría saber si a ellas también les dice siempre cosas distintas, pero las mismas.

martes, 2 de septiembre de 2008

Voy entendiendo

Voy entendiendo
mezcla de humo y letras
de recrear fantasías
y entonces la paz.
El problema son los baches,
los que te hacen sacar la cabeza afuera de la ventanilla
y putear
putear a todo y a todos
y a mi
sobre todos, a mi.
Hasta que la luz otra vez
y como yo soy todos y todos son yo
ya no hay nada que putear
mejor los abrazos
y las risas